miércoles, 14 de noviembre de 2012

La alfabetización como punto de partida

Según Freire, en la alfabetización la educación adquiere una dimensión humana como práctica de la liberación, donde el educando aprende a ser testigo de su propia existencia e historia, aprende a escribir su propia vida, a existenciarse e historizarse. El ser humano con la alfabetización comprende su propio proceso de producción y reproducción. La alfabetización le permite al hombre que se encontraba humillado en su incomprensión del mundo en que vivía, encontrarse con las palabras que lo liberarían al comprender con ellas críticamente el proceso dialéctico de su historización.
La alfabetización descubre al ser humano como creador de su propia cultura a través de métodos dialogales críticos no memorizados ni abstractos, sino con capacidad de reexistenciarse críticamente con las palabras de su propia praxis. Con ello se produce un proceso de concientización como conciencia reflexiva de su cultura, del lugar donde vive y esta situado, en sus dominios de acción contingente. Comienza a interpretar la realidad mediatizado por esa praxis de su vivir, descubriendo todo aquello que lo aplasta en sus potencialidades transformadoras del medio que le ha tocado transitar como su entorno. Se va haciendo humano, como señala Freire, en acción y reflexión, en teoría y práctica.
Con la alfabetización digital, por extensión podríamos decir que suceden procesos similares. Ya no se trata de aprender por primera vez palabras. La "escalera" que nos lleva a una historización conciente ya no es la alfabetización tradicional. Se trata de un proceso mucho más complicado denominado alfabetización digital. Este proceso exige el dominio de nuevos lenguajes multifacéticos como los códigos digitales, las diversas herramientas de internet, el dominio del idioma materno, el conocimiento de un segundo idioma, lenguajes matemáticos, saber donde está la información pertinente, transformar la información en conocimientos, etc. Hoy día la alfabetización digital también tiene ese carácter liberador porque permite comprender la complejidad del mundo actual y los procesos liberadores necesarios para superar la marginalización en la que las grandes mayorías de la población planetaria han sido sumergidas.

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